26.6.08

S i n o

























La inundación desnudó mis cofres enterrados. Y ya no sirvió la misma cohartada de toda la vida. La que hizo de mi vida una vida gris.

Tenemos una ciudad en la que no estamos ninguno de los dos, donde todo gira impávido.

Tenemos lo que nadie tiene, y nos falta todo lo demás.

Yo vuelvo a tener el cofre en las manos, pero vos tenés la llave.

25.6.08

I n c o n t e n i b l e

















La dama retoma la batalla.
Mira fijo, antoja,
colma su boca de lava
y pide con gestos esquivos.

Se relame, y suda
pequeñas gotas en el pecho
sugerido, volviendo brillante
la ya lustrosa carne.

No puede esperar más
y se avalanza sobre la presa
con la melena oleando de furia

y engulle, hasta saciarse
a grandes bocados feroces
la tentadora mígala ensalada.