11.12.09

COLORES PRIMARIOS, COLORES SANTOS

(Dedicado a Abel Escudero Zadrayec y a la memoria de Gustavo Cerati y Daniel Melero, QEPD)

Uno mira y ve solo lo que filtra su ser. Observa los colores, pero los relaciona con los contornos y se pierde en las formas. Será porque los colores parecen tan comunes y cotidianos que ya nadie repara en ellos. Aunque esto no es mortal, puede ser útil redescubrir los colores.

Muchas veces uno está en condiciones de poder empalagarse con el rosado de las mejillas de un niño pero no lo hace, tal vez por vergüenza o por los celos de los padres de la criatura, que temen que este termine con mal de ojo.

Incluso muchas veces nuestro morbo nos pide la cruda palidez del difunto en el velorio, sobre todo con lo social que se han vuelto estos eventos.

El verde musgo en los panes olvidados, el ocre otoñal en los dientes con nicotina.

El apasionado rojo que circunvala a una protuberancia de pus.

¡Quién pudiera aprovechar cada momento para mirar como se debe!


(1999, o por ahí, a propósito de esto)