15.1.12

Ceder

Mezquinar el rabillo del ojo
sabiéndolo delator
hijo de la culpa
y padre de la culpa

Oprimir
mientras todo pasa
en otro lugar inevitable

Esperar, desesperar
retroceder, capitular.

Dar vuelta la cara
ondear banderas en retirada

Nadar lejos, vencido,
olas perpetuas

Sal y desierto.

16.10.11

El peor sueño




Hay noches en las que prefiero no dormir, porque sé que voy a soñar una vida imposible. Voy a soñar que aquí no ha pasado nada, y que el vacío que dejaste en mi placard fue sólo una pesadilla. Y voy a sonreír con los ojos cerrados, con un alivio tan pacificador que mis músculos volverán al reposo, mi mandíbula no apretará y mis puños se desarmaran en manojos de dedos blandos.

Voy a soñar con un pasillo iluminado con la luz del sol, con vos llegando sin hacer ruido con los zapatos, trayendo en cada mano ramilletes de primavera no apta para alérgicos al polen.

Sonarán acordes de éxitos de los noventa, y apuraremos el paso para sacarle una vuelta a esa pareja de gorditos en la pista en donde entrenan los atletas con caras de embobados.

Nos esconderemos de los vecinos chismosos, que pispean desde la ventana a ver si nuestro beso es en la mejilla o un poquito más allá de lo que permite el decoro.

Y siempre, en cada fotograma de ese sueño cruel, tu sonrisa será la marca de agua, la prueba de originalidad, el holograma dentro del holograma, que será ese sueño tirano.

En esas noches lo peor pasa, y es tanto el esfuerzo que termino vencido, y caigo. Y es como caer para arriba, flotar en una marea diáfana y absurda como el amor arrebatado. Con la belleza y la longevidad de un jazmín del aire. Con la perversa sinrazón de haber estado ausente mientras tanto, y ardiendo de cuerpo presente cuando todo se ha ido.

28.8.11

La suerte es un trebol venenoso



Claramente escribo / sobre la plena certeza / de que no podrás leerme / porque para ello tendría / que comenzar todo de cero / y cuando digo todo / es la tierra, la vida en ella / la migración las revoluciones / las causalidades irrisorias del sino / que hicieron que a destiempo / vos y yo seamos tan cercanos / tan nacidos para la indiferencia / tan estúpidamente bellos / en mi sueño de anhelo imposible.

Porque puedo / y claro, ya ni me privo / mirarte embelezado / atónito, como idiota / ante el ojo crítico / de terceros en discordia / y la capciosa culpa / de tener una certeza / tan inútil como un mástil / sin bandera, sin pasado / como un arco sin victorias / sin desfiles ni suicidas / dispuestos a dar el salto.

Ni siquiera yo me atrevo / a un arrojo honroso / a tono con tanto imposible.

Si al menos vieras lo que se ve de tan lejos.

Es la más plena noción de abandono / la que me reduce a un eco seco / de versos secos a tus ojos.

Así son

tus besos son susurrados / son goteras de cuerito flojo / son la lluvia que casa a las viejas / son miguitas de pan del mantel de la abuela / son arena de jugar en la plaza / son la huella de un caracol dibujado / son ramitas que deja la tormenta / son los grillos cuando hace calor / son los tambores que suenan en otro barrio / son las tres teclas más altas del piano / son el tono de espera de una larga distancia / son dos pisos sin ascensor / son el vuelo de un boleto de tren / son los jueves a la hora del té / son los lunes cuando esperamos el sol / son las noches que no te tendré.

You're offline

Anclado en la descomunicación. Los cordones desatados, los abrigos desabotonados, los secretos desollados. Atemperado. Inmovilizado cuando el frenesí resiste la rutina. Van, vuelven, ráfagas de gente y uno aquí, "estatuado". Fuera de servicio. Fuera de combate. Dentro, clavado, pero por eso fuera. Estación fantasma fuera del recorrido.Y el modo animal de aullar, y el novedoso modo de alzar la voz con un pulgar, con un repiqueteo de notas trashumantes. En la era de los instantes, anclado y reclamando a la noche la propiedad intelectual del verso que perjura solitario. Fuera de la línea, de marginal para excluído, de los extremos a los derrumbres, de cataratas a la ceguera. Una última ilusión de apropiación abrupta, un discurrir de sandeces de loco que habla solo en un anden en hora pico.

And i ride and i ride

Intentar ser el pasajero de la canción de Iggy Pop, repetir la vuelta de acordes una y otra vez, girar, marear, levitar, desgañitar, sacudir los simientos, levantar las sillas, las macetas, las baldosas, los árboles, los cableados de luz, los puestos de diarios, los autos, los chalecitos, las fábricas, los puentes, el parque municipal, la red cloacal, los estadios con sus tribunas colmadas, las estaciones de trenes con sus trenes y sus talleres y el tendido, los campos sembrados, las vaquitas siempre ajenas, las minas de carbón, todos los kilómetros de ruta, lagunas lagos y ríos, los glaciares, los siempre olvidados hielos continentales y todas las especies de pingüinos y cetáceos que habitan en las aguas más australes, y que se enmarañen con los kelpers, los buques japonenes, los camiones, los buses de larga distancia, las estaciones de servicio, los pozos petroleros, los hangares, las bases militares, los silos, los cementerios, las piscinas y las usinas eléctricas que por el mismo impulso son arrastradas hacia arriba, a bailar, a golpear, a relucir, a desafiar los principios físicos del equilibrio que hace que lo blanco sea siempre blanco y lo negro se esconda, que todo tienda a caer y que todos tiendan a morir, y a privar las manos de tocar los ojos sin dañar, y a privar la boca de morder sin lastimar, siempre a privar y nunca a primar lo impetuoso que se esconde en el tipo que decide entre ser el pasajero de la canción de Iggy Pop o ser una bala de salva que no suena al disparar.

8.8.11

Nadie hace lo que quiere

Yo no quiero estar encendido de alegría porque esa alegría está alimentada en laboratorios, en donde los químicos se combinan de modo antinatural, todo inducido por que vos (sí, vos) me penetrás irremediablemente bella. El punto en todo esto es que me abstraigo de todo mu, y puedo recuperar esa destreza de detenerme en un detalle mínimo (el largo de una pestaña, el arco de los dientes de una sonrisa, la proporción de los muslos en función de los tobillos o el torno de los dedos de tu mano izquierda) y estoy apresado, girando de contento, aun con un pie clavado al piso.

Lo extraño es que no quiero, pero quiero. Quiero decir: no debería querer estas burbujas atómicas que estallan en fa mayor sostenido y en si. Pero lo que quiero y lo que debo no se lo debo a nadie.

11.3.11

Un prócer

De solo suponer que al morir sabremos todo de todos, y a la vez perdonaremos todo a todos, porque a la larga seremos igualados de un hachazo, creo que pesaría más todo el tiempo de muerto en vida, de cobardía silente, de tristes corazas al deseo incendiario pero acallado, el huracan inservible, la explosión que a nadie chistó.

De suponer, en cambio, que el hachazo nos devuelve a nuestra eterna normalidad de nada pura, más pesado todavía el haber sido nada en vida, nada en cueros, nada en el habla.

La vida del que espera sabiendo que lo más parecido a una certeza es que el estado de las cosas aplaste su torpeza, es algo tan triste, tan reprochable.

No me vengan con la abnegación, el destino del héroe, la honra y el ser de bien.

Que me mires cada noche se carga la hidalguía de los próceres que deberían ser mi ejemplo.

Y así y todo, tan muerto y tan frío como soldado de bronce a la monta. Y ninguna pata alzada del corcel, porque esta batalla está perdida, y mi arrojo es pura vergüenza.

27.2.11

El ciego




Y si no? Y si es no de una vez, y arrebatado, desestimo el orden de las cosas, los pilares del buen proceder, la potestad de la confianza, el apego a los valores y la entidad de los acuerdos que priman en todo pacto de caballeros, y te robo?
Mejor dicho, te convenzo de que te dejes robar. De que me des todo lo de valor, todo lo que deseo.
En el mejor de los casos, será una nueva vida en un exilio intramuros, acarreando toneladas de filosa acusación y malestar de culpa.
Pero hoy, en donde todo es improbable, estupida historieta, me importa nada el abismo que nos sería salir al sol, o en bicicleta.
Es eso sólo, el hambre idiota de una vuelta en bicicleta.
El hambre cegadora.
El ciego impertinente.
El ciego amoral.

12.11.10

Algo sobre Paul en River




"Soy de los que consideran que la persona a quien no le gustan los Beatles es muy poco confiable. Me quedé atónito mirando a una persona que es lo más parecido a un santo en la Tierra".
(Javier Malosetti)

Recién estoy encontrando algunas palabras para tratar de interpretar a Paul Mc Cartney en vivo en River. Y siento que lo que vaya a decir va a quedar desdibujado, a la manera de un cover intentado sin gracia. Porque sin gracia, podés tocar Blackbird, pero el pajarraco se te muere enjaulado. Y me temo que lo que pueda decir sobre la experiencia -que es la palabra que le cabe a todo esto, y allí no dudo- se quede a ras del suelo.

Mi corazón, que como saben los que me regalan su amistad, es una pequeña piedra pómez, se multiplicó. Y mi ser mezquino, miserable, se sintió como nunca antes, extrapolado, flotando. La platea San Martín baja, tan privilegiada para el botellazo certero a un lineman, era una lejana grada que guardaba respeto y devoción por la divinidad. Porque nunca estuve tan lejos de un escenario en un concierto, y tal vez de haber estado más cerca no hubiera sido correcto alzar la vista y mirar cara a cara. Y la grada era una estructura de la atemporalidad, en donde tres horas es un recuerdo, en donde la música triunfa sobre el sonido, en donde canciones que no pueden ser verdad son la revelación.

Hubo un momento en donde realmente me costó creer. Ante el tamaño de la evidencia, uno duda. Le pasará al que escala y llega a la cima imposible, al náufrago, al astronauta. Fue en la seguidilla Let it be - Live and let die - Hey Jude. ¿En qué unidad de medida se puede asir? ¿Cómo hay que ubicar el cuerpo para atajar eso que te cae encima?

Entonces comprendí qué quieren representar los directores de cine cuando filman al actor quieto, mientras que alrededor de él la gente pasa como en cámara rápida, eso de "toda mi vida en un segundo". Entendí el significado del vértigo y del salto al vacío. Y no, no a la manera destructiva de Manson.

Paul, en River, se cagó en las leyes del tiempo. Las domina, por espacio de algunas horas, y ese don lo pasea por algunas ciudades del mundo. Es el metafísico práctico de la cultura popular. Hace más de 40 años le salió Blackbird, y le sale todo lo arriba enumerado. Al tipo le sale. ¿Qué es eso? ¿Qué no hacer ante eso?

El primer síntoma de cambio es radical, y es apenas el primero: con la certeza de que nunca más en mi vida un concierto sea tanto, no me apeno, sino que me siento agradecido. Es que hay cosas que cobran sentido así, no en la habitualidad, sino en el quiebre, en la inflección. Como la cima del que escala, como el espacio del astronauta.

Por una vez, disfruté de cada paso de mi vida.