Quien pudiera trazar con tinta china
la puerta que, apenas entre abierta,
deje ver al que oculto en el silencio
imagina y boceta nuestras vidas
Quien pudiera anunciarle los colores
a la música, que es ciega compañera,
y empapar la arena en los relojes
para bailar a plena luz del día
Quien no teme a la hoja que provoca
se abre el pecho y la tiñe con su sangre
y arde, sana, crece, muta y goza
Quien elige un pincel a una espada
sabe cierto que el acero solo arrasa
y cesa. Y que la pintura sana.
(Primera versión impromptu: http://macanudoliniers.blogspot.com)
14.9.06
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