25.6.08
I n c o n t e n i b l e
La dama retoma la batalla.
Mira fijo, antoja,
colma su boca de lava
y pide con gestos esquivos.
Se relame, y suda
pequeñas gotas en el pecho
sugerido, volviendo brillante
la ya lustrosa carne.
No puede esperar más
y se avalanza sobre la presa
con la melena oleando de furia
y engulle, hasta saciarse
a grandes bocados feroces
la tentadora mígala ensalada.
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1 comentario:
me gusta esa lujuriosa glotonería, tan acorde con la imagen
saludos de un colega
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