8.8.11

Nadie hace lo que quiere

Yo no quiero estar encendido de alegría porque esa alegría está alimentada en laboratorios, en donde los químicos se combinan de modo antinatural, todo inducido por que vos (sí, vos) me penetrás irremediablemente bella. El punto en todo esto es que me abstraigo de todo mu, y puedo recuperar esa destreza de detenerme en un detalle mínimo (el largo de una pestaña, el arco de los dientes de una sonrisa, la proporción de los muslos en función de los tobillos o el torno de los dedos de tu mano izquierda) y estoy apresado, girando de contento, aun con un pie clavado al piso.

Lo extraño es que no quiero, pero quiero. Quiero decir: no debería querer estas burbujas atómicas que estallan en fa mayor sostenido y en si. Pero lo que quiero y lo que debo no se lo debo a nadie.

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